sábado, 6 de enero de 2018



La fruta es el segundo alimento, a continuación de la leche, que saborea el paladar infantil. En general, logra un alto grado de aceptación. Sin embargo, cuando la dieta comienza a diversificarse con otros alimentos, la celebración con que se recibía la papilla empieza a desaparecer.


¿Cómo lograr mantener el gusto?


No hay trucos, pero sí algunas pautas. Conforme el pediatra indica la introducción de nuevos alimentos, la ingesta de fruta será menor. Los 200 gramos de papilla que era capaz de comer el niño en la merienda, ya no sólo se suman a la leche, sino que se añaden a alimentos más saciantes y complejos.

Por eso, no hay que insistir en que el niño coma la misma cantidad, pero no debe abandonar el hábito de merendar siempre fruta, aunque sea un trozo o una pieza pequeña, o bien antes de un bocadillo.

Ésta es la primera pauta. Un aliado importante para establecer el hábito con gusto es ofrecer siempre frutas de buena, con buena presencia, buen color, buen sabor y en su momento justo de maduración.


Lo más eficaz es escoger fruta de temporada. Será más probable que coma una sandía fresca, un melocotón perfumado, una mandarina tersa, un plátano uniforme o unas cerezas sin golpes. Un mal recuerdo relacionado con la ingesta de una fruta provoca un fuerte rechazo que, además, se amplía a otras frutas de la misma familia. Si hay una mala experiencia con un melocotón, el recuerdo abarca a los albaricoques y las nectarinas.

Nutricionista Carina Barboza

viernes, 5 de enero de 2018

HIGIENE ALIMENTARIA
El término de higiene tiene su origen en el griego, quiere decir saludable o bueno para la salud.
Actualmente su significado ha evolucionado hasta entenderse como el conjunto de conocimientos y técnicas que deben aplicar los individuos para el control de los factores que ejercen o pueden ejercer efectos nocivos sobre su salud.
La higiene es especialmente la prevención de efectos nocivos, es decir, la disposición que se hace de forma anticipada para minimizar un riesgo.
La higiene alimentaria es el conjunto de medidas necesarias para asegurar los alimentos desde la  producción hasta la llegada a la me sa del consumidor. Si se quiere conseguir alimentos  higiénicos
toda la organización (dirección y personal manipulador) de la empresa debe estar comprometida. Abarca
todas las fases posteriores a la producción primaria incluyendo preparación, manipulación, v enta y  suministro al consumidor; es decir  desde la granja a la mesa.
Cuando la higiene fracasa, la consecuencia es la contaminación de los alimentos, que al ingerirlos pueden producir una enfermedad alimentaria en la persona que los consume.
En la industria alimentaria los costes de una práctica higiénica deficiente suelen ser:
-Aparición de brotes de intoxicación alimentaria pudiendo causar
incluso la muerte.
-Pérdida de su empleo.
-Cuantiosas multas y costes legales, y posible encarcelamiento.
-Cierre de un negocio o pérdida de su reputación.
-Pago de indemnizaciones a las víctimas de intoxicación alimentaria.
-Quejas de los consumidores y del personal.
-Devolución de artículos alterados.
-Pérdida de motivación en el trabajo, peores rendimientos, una mayor movilidad de plantilla, y menores beneficios (lo que supone menores salarios y primas).
En la higiene alimentaria la formación del manipulador de alimentos juega un papel especial.
Pero, ¿a quién “catalogamos” como manipulador de alimentos?
Un manipulador de alimentos es cualquier persona que, por su actividad laboral, interviene en la cadena alimentaria durante la preparación, fabricación, transformación, elaboración, envasado, almacenamiento,
transporte, distribución, manipulación, venta, suministro y servicio de alimentos.

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